
ANTECEDENTES
HISTÓRICOS
Las
representaciones de diablos, máscaras y de Diablada en general, aparece
asociada no tan sólo a la representación de las luchas del bien y del
mal simbolizadas en el Arcángel San Miguel y en Satanás, si no también
en los simulacros de combates y batallas entre moros y cristianos
por el dominio de la Península, representantes de la oscuridad y de la
luz, respectivamente a la conciencia hispana de entonces.
De
hecho, en la época era frecuente la representación artística y
religiosa que mostraba a los pueblos moros y árabes como seres bárbaros
entregados al culto diabólico e infernal, esquema que muchos religiosos y
misioneros volverían a aplicar en América para desplazar el
paganismo local, utilizando las imágenes e iconografía que representa
toda la maldad en estos seres diabólicos y así encausar al indígena que
por miedo a estas figuras, acepta la nueva religión del conquistador.

Oreste
Plah
(1908-1996) |
El
investigador de folclore chileno Oreste Plath (1908-1996), en
un artículo escrito en Junio de 1951 para la revista "En
Viaje", revela los siguientes antecedentes sobre la Fiesta
de Andacollo:
"Disfrutando
ya La Serena de la conquista minera y católica, celebraba grandes
procesiones y fiestas callejeras, donde no faltaban los danzarines
con fantásticos disfraces, como los catimbaos, vestidos
de diablos; los empellejados, envueltos en pieles y aves
muertas; y las tarascas, figuras de cartón movidas en su interior
por hombres".
Es
curioso comprobar que entonces, en 1566, entre las ceremonias
católicas con fisonomía indio-mestiza, se llevó a cabo una
Procesión de Corpus,
"... a cuya vanguardia, rodeando el
palio, marchaba una cantidad de individuos disfrazados,
abriendo paso al cortejo. Unos iban encima de grandes zancos,
forrados en túnicas, haciendo toda suerte de cabriolas".
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"Formaban
fila, en seguida, los catimbaos, los payasos y los cabezones,
haciendo figuras ridículas y diciendo chistes en voz alta. En otra
fila, centenares de indios, al mando de un alférez, que llevaban en
alto su bandera o pendón, danzaban al compás de sus flautas, con
las que producían un ruido infernal".
Imágenes de La Revista "En Viaje" Publicada en Junio de 1951
El
Doctor Rodolfo Lenz, quien fuera investigador del lenguaje,
crítico de obras científicas, colaborador de numerosas revistas y
profesor, por más de treinta y cinco años en la Universidad de
Chile y a quien se debe la Fundación de la Sociedad de Folklore
Chileno en 1909, y además, la Colección de Poesía Popular del
Siglo XIX , impresos en Santiago de Chile en 1919.
Transcribimos de uno de sus estudios, tomados de diversas
publicaciones y testimonios, sobre fiestas rituales en el Chile
central y norte como se demuestra en el ACTA DEL CABILDO
DE SANTIAGO DE 1553, donde se describe la participación de catimbaos
y/o payasos:
"i vistosos catimbaos, individuos que en traje fantástico
con adornos exagerados, charros, de muchos colores, vivos espejitos,
lentejuelas brillantes, algunos también con máscaras de
cueros linudos i cuernos, acompañan procesiones como la de Corpus,
la fiesta de la Virgen de Andacollo, la Cruz de Mayo o el Pelícano
en Quillota i otras,(...) van en parejas haciendo filas,
saltando, dando brincos i cabriolas i ejecutando bailes especiales
al son de la música monótona de los pífanos". |
Dr.
Rodolfo Lenz
(1863-1938) |

Luis
Enrique Délano (1907-1985) |
El
periodista chileno, Luis Enrique "Poly" Délano, Premio
Nacional de Periodismo 1970, escribe un excelente articulo donde
describe la Fiesta De Corpus Cristi realizada en Olmué, el que fue publicado
en 1930:
“
Junto al grupo de hombres, que van muy serios, marcha uno, con traje
de catimbao payaso, rojo o a dos colores. Este lleva la
cabeza cubierta por una máscara grotesca, hecha de piel de conejo,
con largas orejas de vaca y cuernos de novillo en la frente. Una
mata de cabellos postizos cuelga de esa cabeza absurda. Es
el diablo, que va dando saltos, persiguiendo a las chicas
y asustando a los niños que encuentra a su paso, con una larga
trenza de cuerda que maneja ágilmente (...) |
La
Diablada se remite entonces, a la representación callejera del demonio,
quienes formados en filas danzaban y marchaban en las procesiones
religiosas, según consta en diversos documentos históricos,
Actas de Cabildos de Santiago, Publicaciones de la época y otros
anteriores a la Fundación de Santiago en 1542, conservados en la
Biblioteca Nacional de Chile.
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